sábado, 22 de octubre de 2016

N°4: LA RULETA DE LOS PRESIDENTES INTERINOS

El justicialismo tenía mayoría en ambas cámaras, La Alianza,  no tenía Vicepresidente por la renuncia de “Chacho” Alvarez y  en la línea sucesoria quedó el Presidente del Senado, el justicialista Ramón Puerta, quien se hizo cargo interinamente del Gobierno, hasta que la Asamblea Legislativa designara nuevo presidente.  
Ramón Puerta
Mientras tanto la ciudad había quedado en manos de jóvenes enfurecidos que, rompían vidrieras, saqueaban e incendiaban todo lo que se les ponía por delante.
El Presidente Interino, designó un gabinete parcial, prioritariamente un Ministro del Interior para contener la ira de la gente. El designado, Miguel Ángel Toma, cuando llega al área ministerial, se encuentra con las puertas de los despachos cerradas con llave. Los funcionarios de la alianza se habían ido a sus casas.
Los cajeros de los bancos estaban sin dinero. Hubo que improvisar un operativo de urgencia en La Casa de la Moneda e imprimir de apuro, billetes para que la gente pudiera cobrar sus haberes.
En este punto cabe señalar una anécdota personal: Con mi familia estábamos en Mar del Plata dispuestos a pasar las navidades allí. La noche del 21 de Diciembre, mi esposa me dice que le había quedado algo de dinero en su cuenta por cobrar. Mi respuesta fue “Dame la tarjeta, ¿le vas a dejar la plata a Cavallo?”  Salí a la calle, hacía un frío invernal típico del clima marplatense que  no respeta estaciones. Caminé siete cuadras por la desierta  Avenida Colón, era medianoche, el viento hacía volar papeles y afiches despegados. Llegué a la esquina del banco, el panorama era desolador, las vidrieras estaban rotas, habían  colocado maderas cruzadas a modo de precario resguardo, la puerta de acceso al cajero estaba rota, el viento la golpeaba de un lado a otro, el piso lleno de volantes y papeles. Sin ninguna esperanza introduje la tarjeta y ¡Oh milagro!, apareció un billete de cien pesos que equivalía a cien dólares, gracias a la delirante transformación de San Cavallo.

Volvamos a la dura realidad: El Justicialismo propuso para presidir transitoriamente el gobierno, al ex gobernador de San Luís, Adolfo Rodríguez Saá, que había conducido su provincia con acierto. Ni el radicalismo ni otras fuerzas políticas tenían  ningún candidato. La Asamblea Legislativa debatió durante doce horas y finalmente Rodríguez Saá obtuvo el nombramiento por 169 votos a favor y 138 en contra. Como vemos no había unanimidad ni en la oposición, ni dentro del propio justicialismo, donde había distintos criterios, especialmente en algunos gobernadores importantes. El mandato de Rodríguez Saá  establecía que debía convocar a elecciones el 3 de Marzo del 2002 y que se llevarían a cabo el 5 de Abril del mismo año.

  
Una estrella fugaz:      
Adolfo Rodriguez Saá

El 24 de Diciembre asumió Rodríguez Saá con un  exultante discurso ante el Parlamento.
Desde el primer día de su gestión el Adolfo, como le gustaba que lo llamaran, desplegó una actividad arrolladora. Simpático, sonriente, el vértigo que imponía a su gestión contrastaba con la pachorra cordobesa de su antecesor De la Rúa.
La gente veía con agrado que el nuevo mandatario gobernara con puertas casi abiertas. Había permitido instalar en un sector acordonado del Salón de los Bustos, a que los periodistas acreditados permanecieran allí, día y noche. El Presidente bajaba con frecuencia para anunciar medidas o narrar pormenores de las reuniones que mantenía hasta altas horas de la noche.
En esa maratón de reuniones y entrevistas, se reunió con los líderes de la CGT,
Allí anunció la suspensión del pago de la deuda externa. A continuación, tomados de las manos con Hugo Moyano y otros dirigentes, levantaron sus brazos y cantaron la marcha Peronista.
La entrada en default inquietó a gran parte del poder económico nacional e internacional.
Las siguientes medidas adoptadas fueron: Emplear el dinero de la deuda en la creación de puestos de trabajo. Imprimir una tercera moneda con la que se podría devolver el 13% de los sueldos recortados por Cavallo a los jubilados y trabajadores del estado y aumentar el salario mínimo.
Otra medida aplaudida por la sociedad fue; un plan de austeridad que consistía en que, todos los funcionarios de gobierno ganarían menos de tres mil pesos, ya que ese sería el sueldo presidencial.
Al día siguiente hizo su primera reunión de gabinete. Después recibió a un grupo de industriales, luego banqueros nacionales y productores agropecuarios, más tarde fue el turno del gobernador porteño Aníbal Ibarra y a las dos asociaciones de Madres de Plaza de Mayo y por último, a diversos líderes del movimiento piqueteros.
Al día siguiente, prohibió a todos los funcionarios nacionales  trasladarse en autos oficiales y anunció que todo el parque automotor, sería puesto en venta para utilizar esos fondos en planes sociales.
Al  presidente se lo veía exultante, había conseguido en pocas horas un gran nivel de aceptación. Pero su comportamiento hizo surgir el rumor de que el Adolfo había venido para quedarse, es decir dos años hasta que se cumpliera el fin del mandato de De la Rúa, y no lo establecido por el Parlamento; que debía llamar a nuevas elecciones en poco más de cuatro meses.
Días después El Presidente comete un error garrafal; nombra en su gabinete a Carlos Grosso, ex intendente de la Capital que, durante el primer gobierno de Carlos Ménem, fue acusado de negociados diversos y  tuvo que renunciar ante el repudio de la gente.
Otros dos nombramientos cuestionados, fueron el de los ex gobernadores de Santa Fé, José María Vernet y Víctor Reviglio, ambos de desastrosa gestión en dicha provincia.
El 28 de Diciembre volvieron las manifestaciones.
Carlos Reutemann,  gobernador de Santa Fé, públicamente critico los nombramientos y se quejó de que ahora, tenía cacerolazos en su provincia.
El nuevo cacerolazo tuvo las mismas características que el del 19 de Diciembre y el mismo final. La clase media marchó pacíficamente sin alterar el orden. Pero sobre la media noche un grupo de jóvenes violentos atacó a la policía, llegaron hasta las puertas de la casa Rosada y prendieron fuego rompiendo partes de los portones de entrada.
Y nuevamente los ciudadanos capitalinos que educadamente hacían sonar sus cacerolas huyeron hacia sus hogares.
Tratando de calmar los ánimos a los dos de la mañana, el Secretario General de la Presidencia anunció la renuncia de los funcionarios cuestionados.
Rodríguez Saá  Organiza para el Domingo 30 una reunión con los gobernadores  en Chapadmadal. Su intención, proponer planes de gobierno. A la reunión en el Chalet Presidencial, concurren solo algunos gobernadores de las provincias chicas, con la excepción de Carlos Ruckauf gobernador de la Pcia. de Buenos Aires. Los gobernadores de las provincias grandes como Carlos Reutemann , Jose de La Sota de Córdoba, y políticos y legisladores de peso como Carlos Menem, Nestor Kirchner, Eduardo Duhalde no fueron.

Alterado y falto de apoyo, Rodríguez Saá, toma un avión y se va a su provincia, desde allí y por la Cadena Nacional anuncia al País su renuncia.

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