El justicialismo tenía mayoría en ambas
cámaras, La Alianza, no tenía
Vicepresidente por la renuncia de “Chacho” Alvarez y en la línea sucesoria quedó el Presidente del
Senado, el justicialista Ramón Puerta, quien se hizo cargo interinamente del
Gobierno, hasta que la Asamblea Legislativa designara nuevo presidente.
Ramón Puerta |
Mientras tanto la ciudad había quedado
en manos de jóvenes enfurecidos que, rompían vidrieras, saqueaban e incendiaban
todo lo que se les ponía por delante.
El Presidente Interino, designó un
gabinete parcial, prioritariamente un Ministro del Interior para contener la
ira de la gente. El designado, Miguel Ángel Toma, cuando llega al área
ministerial, se encuentra con las puertas de los despachos cerradas con llave.
Los funcionarios de la alianza se habían ido a sus casas.
Los cajeros de los bancos estaban sin
dinero. Hubo que improvisar un operativo de urgencia en La Casa de la Moneda e
imprimir de apuro, billetes para que la gente pudiera cobrar sus haberes.
En este punto cabe señalar una anécdota
personal: Con mi familia estábamos en Mar del Plata dispuestos a pasar las
navidades allí. La noche del 21 de Diciembre, mi esposa me dice que le había
quedado algo de dinero en su cuenta por cobrar. Mi respuesta fue “Dame la
tarjeta, ¿le vas a dejar la plata a Cavallo?” Salí a la calle, hacía un frío invernal típico
del clima marplatense que no respeta
estaciones. Caminé siete cuadras por la desierta Avenida Colón, era medianoche, el viento
hacía volar papeles y afiches despegados. Llegué a la esquina del banco, el
panorama era desolador, las vidrieras estaban rotas, habían colocado maderas cruzadas a modo de precario
resguardo, la puerta de acceso al cajero estaba rota, el viento la golpeaba de
un lado a otro, el piso lleno de volantes y papeles. Sin ninguna esperanza
introduje la tarjeta y ¡Oh milagro!, apareció un billete de cien pesos que
equivalía a cien dólares, gracias a la delirante transformación de San Cavallo.
Volvamos a la dura realidad: El
Justicialismo propuso para presidir transitoriamente el gobierno, al ex
gobernador de San Luís, Adolfo Rodríguez Saá, que había conducido su provincia
con acierto. Ni el radicalismo ni otras fuerzas políticas tenían ningún candidato. La Asamblea Legislativa
debatió durante doce horas y finalmente Rodríguez Saá obtuvo el nombramiento
por 169 votos a favor y 138 en contra. Como vemos no había unanimidad ni en la
oposición, ni dentro del propio justicialismo, donde había distintos criterios,
especialmente en algunos gobernadores importantes. El mandato de Rodríguez
Saá establecía que debía convocar a
elecciones el 3 de Marzo del 2002 y que se llevarían a cabo el 5 de Abril del
mismo año.
Una estrella fugaz:
Una estrella fugaz:
Adolfo Rodriguez Saá |
El 24 de Diciembre asumió Rodríguez Saá
con un exultante discurso ante el Parlamento.
Desde el primer día de su gestión el
Adolfo, como le gustaba que lo llamaran, desplegó una actividad arrolladora.
Simpático, sonriente, el vértigo que imponía a su gestión contrastaba con la
pachorra cordobesa de su antecesor De la Rúa.
La gente veía con agrado que el nuevo
mandatario gobernara con puertas casi abiertas. Había permitido instalar en un
sector acordonado del Salón de los Bustos, a que los periodistas acreditados
permanecieran allí, día y noche. El Presidente bajaba con frecuencia para
anunciar medidas o narrar pormenores de las reuniones que mantenía hasta altas
horas de la noche.
En esa maratón de reuniones y
entrevistas, se reunió con los líderes de la CGT,
Allí anunció la suspensión del pago de
la deuda externa. A continuación, tomados de las manos con Hugo Moyano y otros
dirigentes, levantaron sus brazos y cantaron la marcha Peronista.
La entrada en default inquietó a gran
parte del poder económico nacional e internacional.
Las siguientes medidas adoptadas
fueron: Emplear el dinero de la deuda en la creación de puestos de trabajo.
Imprimir una tercera moneda con la que se podría devolver el 13% de los sueldos
recortados por Cavallo a los jubilados y trabajadores del estado y aumentar el
salario mínimo.
Otra medida aplaudida por la sociedad
fue; un plan de austeridad que consistía en que, todos los funcionarios de
gobierno ganarían menos de tres mil pesos, ya que ese sería el sueldo
presidencial.
Al día siguiente hizo su primera
reunión de gabinete. Después recibió a un grupo de industriales, luego
banqueros nacionales y productores agropecuarios, más tarde fue el turno del
gobernador porteño Aníbal Ibarra y a las dos asociaciones de Madres de Plaza de
Mayo y por último, a diversos líderes del movimiento piqueteros.
Al día siguiente, prohibió a todos los
funcionarios nacionales trasladarse en
autos oficiales y anunció que todo el parque automotor, sería puesto en venta
para utilizar esos fondos en planes sociales.
Al
presidente se lo veía exultante, había conseguido en pocas horas un gran
nivel de aceptación. Pero su comportamiento hizo surgir el rumor de que el
Adolfo había venido para quedarse, es decir dos años hasta que se cumpliera el
fin del mandato de De la Rúa, y no lo establecido por el Parlamento; que debía
llamar a nuevas elecciones en poco más de cuatro meses.
Días después El Presidente comete un
error garrafal; nombra en su gabinete a Carlos Grosso, ex intendente de la
Capital que, durante el primer gobierno de Carlos Ménem, fue acusado de
negociados diversos y tuvo que renunciar
ante el repudio de la gente.
Otros dos nombramientos cuestionados,
fueron el de los ex gobernadores de Santa Fé, José María Vernet y Víctor
Reviglio, ambos de desastrosa gestión en dicha provincia.
El 28 de Diciembre volvieron las
manifestaciones.
Carlos Reutemann, gobernador de Santa Fé, públicamente critico
los nombramientos y se quejó de que ahora, tenía cacerolazos en su provincia.
El nuevo cacerolazo tuvo las mismas
características que el del 19 de Diciembre y el mismo final. La clase media
marchó pacíficamente sin alterar el orden. Pero sobre la media noche un grupo
de jóvenes violentos atacó a la policía, llegaron hasta las puertas de la casa
Rosada y prendieron fuego rompiendo partes de los portones de entrada.
Y nuevamente los ciudadanos capitalinos
que educadamente hacían sonar sus cacerolas huyeron hacia sus hogares.
Tratando de calmar los ánimos a los dos
de la mañana, el Secretario General de la Presidencia anunció la renuncia de
los funcionarios cuestionados.
Rodríguez Saá Organiza para el Domingo 30 una reunión con
los gobernadores en Chapadmadal. Su
intención, proponer planes de gobierno. A la reunión en el Chalet Presidencial,
concurren solo algunos gobernadores de las provincias chicas, con la excepción
de Carlos Ruckauf gobernador de la Pcia. de Buenos Aires. Los gobernadores de
las provincias grandes como Carlos Reutemann , Jose de La Sota de Córdoba, y
políticos y legisladores de peso como Carlos Menem, Nestor Kirchner, Eduardo
Duhalde no fueron.
Alterado y falto de apoyo, Rodríguez
Saá, toma un avión y se va a su provincia, desde allí y por la Cadena Nacional
anuncia al País su renuncia.
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